viernes, 16 de noviembre de 2012

Centros para menores con trastornos de conducta


 
 En plena polémica por los supuestos maltratos en los centros de atención a menores con trastornos de conducta de todo el país, decenas de menores madrileños residen en este tipo de dispositivos.


Sus inquilinos son niños y adolescentes que necesitan algo más que un tratamiento ambulatorio para tratar sus patologías. En consecuencia, una comisión de expertos les ha impuesto una medida de protección que incluye su tutela o guarda y cuya duración varía en función de su programa psicoterapéutico. La mayoría de ellos, un 74 por ciento, son varones; y casi todos, el 87 por ciento, tienen nacionalidad española.

Según el informe, lo habitual es que estos menores "vayan rotando de centro en centro". Desde que se cerrara el centro que la Fundación O'Belén gestionaba en Tetuán, Madrid cuenta con seis centros residenciales, todos ellos de gestión privada, que atienden a menores con trastornos de conducta y enfermedades mentales. Son, en concreto, Sirio I y Sirio II, en Madrid, ambos gestionados por Nuevo Futuro; Santa Lucía, en Ambite, gestionado por Dianova; La Berzosa, en Berzosa de Lozoya, gestionado por CITAP; Picón de Jarama, en Paracuellos del Jarama, gestionado por la Fundación O'Belén; y Galapagar, en la localidad homónima, gestionado por Consulting. Existen, además, otras diez plazas concertadas con el centro de La Quintanilla (Murcia). Entre todos, suman un total de 129 plazas en la región.

 
Otras diferencias se refieren a las características de los menores atendidos. Así, por ejemplo, La Berzosa es el único centro de estas características que admite a menores de cualquier edad, mientras que Santa Lucía, exclusivamente masculino, acoge además a adultos, que comparten zonas comunes con los menores. Además, no todos cuentan con las mismas instalaciones. Este último tiene una superficie superior a los 900 metros cuadrados, con zonas deportivas y al aire libre, mientras que La Berzosa no llega a los 300 metros cuadrados y carece de un lugar acondicionado para que los menores se ejerciten. Estos dos son, por otro lado, los dos únicos centros madrileños que carecen de rejas en las ventanas.

Contenciones
Cuando alguno de los menores exhibe una conducta violenta, con riesgo para sí mismo o para sus compañeros, se pone en marcha un protocolo de contención, cuyas descripciones a cargo de los menores recogidas en el informe del Defensor del Pueblo han sido objeto de polémica.

Estas acciones varían según el reglamento del centro, como lo hace el tiempo de permanencia en las habitaciones destinadas a separarlos del grupo (aunque algunos centros, como Santa Lucía, carecen de este recurso y aplican otras técnicas de contención) o los registros después de las salidas del centro. Así, por ejemplo, según recoge el documento, en Sirio I los menores van "directamente a la ducha" después de cada salida, momento en el que se les registra para comprobar si tienen objetos no autorizados.

Ninguno de los centros madrileños que aportaron datos sobre las "salidas no autorizadas", con regreso o sin él, registró incidentes en el último año. Es decir, que ningún menor salió del centro sin previo aviso para no volver. Excepto Picón de Jarama, que acumuló 13 salidas definitivas en los últimos 12 meses.

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